Luces tenues en el plató. Miradas cómplices que aparecen de repente, una mezcla de sensaciones que van desde la magia hasta la expectación. Comienza a escucharse el ingrávido levitar de los violines, en perfecto equilibrio con el rugir de unos largos tubos que sirven para proteger los cables de la electricidad. Conforme avanza la melodía nos damos cuenta de que se trata de la ‘Sinfonía del Nuevo Mundo’ de Dvorak, pero esta vez suena de una manera distinta, más especial que nunca. Resuena a latas de metal, cajas de madera, plásticos y cubos de basura. Con ...
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