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El mayor tesoro del ser humano es su diversidad

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“Debemos entender nuestra diversidad como algo que nos hace crecer. No como algo que temer o despreciar”, asegura Angélica Dass. Esta fotógrafa de origen brasileño, comprendió desde muy joven que el color de la piel, la cultura o la nacionalidad eran elementos capaces de levantar muros entre las personas. Defensora a ultranza del valor de la diversidad, Angélica Dass creó el proyecto fotográfico ‘Humanae’. Un alegato en favor de la interculturalidad que tiene como objetivo que personas de todo el planeta puedan mirarse de frente, y entender así que “el mayor valor de la especie humana es su diversidad”.

Angélica Dass es una artista, fotógrafa y oradora de origen brasileño afincada en Madrid. Es la creadora del proyecto fotográfico y educativo ‘Humanae’, una colección de retratos que revelan la diversidad y la belleza de lo humano, a través de la escala Pantone asociada al color de la piel. Su proyecto ‘Humanae’ se ha convertido en un referente para miles de escuelas en todo el mundo. Pero también para instituciones internacionales como la ONU o el Foro Económico Mundial. Angélica Dass es una entusiasta de la artes y de la educación, que se considera a sí misma una “activadora” más que una activista.

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1 commento


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30 Marzo 2021
23:37

La realidad es todo lo imaginado, definido y manifestado. Dentro de este cosmos nos encontramos con un vehículo manifestado como cuerpo y que concentra todas las posibilidades como potenciales. De todo lo posible de imaginar, el intelecto lo limita a lo probable y adecua un campo de acción coherente con el sistema artificial como El Intermediario con el sistema natural que es de donde se originó. El intelecto es formado con la palabra reflejando un cosmos aparente de realidad desde las definiciones, eso es la mente, y es el coto a la imaginación. Es así que el árbol no es la definición de la palabra árbol, sino que subyace en el lenguaje de las esencias. La palabra aísla lo definido herméticamente sin tomar en cuenta las interrelaciones del conjunto que da el sentido. Es por eso que el ordenamiento del complejo está en constante conflicto entre la definición y la realidad. Lo que aparenta ser con lo que es, el no ser con el ser. Se constata a dos grandes grupos conceptuales, el que representa a la imagen natural y el que representa al artificial definido desde los elementales. Sacado el cascarón de la definición queda la sustancia esencial que prevalece como la lógica energética de los elementos y que da cause a las variables para la manifestación del verbo. Mientras el ser se mantiene en la zona de conflicto interno, en la periferia y lejos de la causa, en su laberinto dialéctico, la educación se mantiene fuerte como el instrumento del poder para programar a la masa desde el desgobierno individual, así, logran intervenir sobre la soberanía de la propiedad privada del territorio corporal, lograr la vulnerabilidad y dependencia externa, y condicionar su potencial imaginativo desde el intelecto, a lo que denominan pensar o inteligencia desde el campo de acción. La invasión, dominación y conquista de un pueblo comienza con la imaginación, ya que una idea es invisible e invencible a la medida de una creencia que logran instaurar en el pueblo mediante la fuerza bruta, con el interés por encima de la verdad. Es así como todos los templos del poder exigen el sacrificio de la verdad y la libertad para entrar en ellos y conseguir conformidad y seguridad en la pertenencia a ese tipo de comunidad, que en realidad es la pertenencia a la entelequia del Estado como manifestación mecánica y autónoma de la idea de poder y orden instalada como civilización. Como su génesis lógica carece de los aspectos de impecabilidad y belleza de la verdad, de ausencia de contradicción, relatividad y ambigüedad, el Estado utiliza la técnica y la legalidad para normalizar los efectos negativos del desgobierno individual con falacias lógicas atadas a verdades cotidianas que es lo que percibe el común vivir de la gente. Esta estructura de racionalidad es lo que ocultó y oculta todos los crímenes de genocidios mundiales como efectos colaterales de esa normalidad, establecida por el Estado y dirigida desde los templos bancarios. La mayoría no puede discernir las falacias lógicas del dinero con el que manipulan a todos los elementos y que convierte al ser en una mercancía más. A la mayoría solo le interesa el beneficio probable y de cualquier tipo, para estar conformes con su intelecto antes que con la verdad. Es así que el especialista se encuentra herméticamente cerrado como el significado de su palabra, no puede ampliar su campo de interrelaciones y su mirada se encuentra sesgada al campo de los efectos de su laboratorio de experiencia. La patología nacida del desgobierno comienza cuando se programa la enajenación del propio territorio, configurando un conflicto interno con su propia naturaleza, en la separación del sentir con el pensar, de la imaginación con la manifestación, del espíritu con la materia, del cielo con la tierra, de la energía con la lógica, de la luz con la oscuridad, de Dios con el Diablo. Así se construye una ilusión con las ideas de tal manera que la reacción natural de rectificación para eliminar los agentes inmateriales se debe definir en primera instancia, y se direcciona a definirlo en la realidad sobre un chivo expiatorio. Aquí existen dos caminos, el de la autodestrucción con la razón de que destruyendo el propio territorio o cuerpo se destruye a la idea en conflicto, y el de la destrucción externa sobre el cuerpo o territorio de otra persona. Ese espacio de conflicto lo denominan como Sombra y el punto de unión del conflicto como el Ego. Como es una idea creada dentro de un sistema individual, las fuerzas siempre estarán en equilibrio, es decir, estáticas. Ese estatismo genera represión y el Estado da las llaves de las puertas y da permiso para ver por las ventanas del hermetismo intelectual y conseguir pequeños espacios de libertad para poder ser y auto justificarse desde las condiciones. Tanto las puertas, como las ventanas, como las llaves o como toda la estructura, son ilusiones, como las palabras utilizadas para constituirlas. Una vez liberado el ser de esa ilusión se puede volver a jugar libremente con los elementos, incluida, con sus palabras. La manera de constatar la continuidad de la definición del ser es muy simple, primero verificando la lógica del sueño y la vigilia, de quién es el soñador y quién el soñado. Luego se experimenta con el sueño lúcido y con el desprendimiento de la manifestación corporal, aquí se verifica la consciencia del soñador y la consciencia del soñado, quien crea el tiempo y quien el espacio. Después llega la constatación del presente, que es el colapso del tiempo y del espacio especulativo, y se abre los ojos al escenario con todo su contenido disponible para jugar. Es la vuelta a casa.

ridi pagliaccio