Afganistán empieza a brillar en el mundo del cricket, a pesar de su modesta tradición deportiva. Este increíble desarrollo trae esperanza a un país que pocas veces tiene motivos para celebrar.
El cricket se ha convertido en una parte fundamental de la vida en Afganistán: brinda a innumerables afganos, tanto jugadores como espectadores, momentos de alegría y emoción. Los grandes éxitos de la selección masculina generan unidad y esperanza entre la gente. Sin embargo, con el regreso de los talibanes al poder, la mitad de la población ha quedado excluida de este progreso, y muchas jugadoras se han visto obligadas a emigrar.
En un país marcado por la crisis como Afganistán, el éxito en el cricket tiene para la gente un enorme significado, aunque al mismo tiempo representa un complejo desafío político. Para el gobierno talibán, el deporte también es una herramienta de instrumentalización tanto en el ámbito nacional como internacional.
El cricket ha abierto caminos: a estrellas como Gulbadin Naib le permitió salir de los campos de refugiados de su infancia y ganar reconocimiento internacional. Y en todo el país jóvenes jugadores como Jamal Stanikzai sueñan con ser parte de esta historia de éxito. Para refugiados afganos como la exjugadora de la selección nacional Firooza Amiri, el cricket es tanto un deporte amado como una forma de resistencia.
Deutsche Welle acompaña a jugadores y exjugadores, así como a aficionados, en Afganistán, Australia y Dubái, narrando la historia del críquet afgano.