En Indonesia, cada vez más imanes llaman a proteger la naturaleza. El movimiento nació en la mezquita más grande de Asia, en Yakarta. Pero ¿Son creíbles esos llamamientos? ¿Y realmente eficaces para salvar el planeta?
Fetua contra la deforestación, sermones sobre la protección del planeta, mezquitas con paneles solares y sistemas de reciclaje de agua. En Indonesia, la protección del medio ambiente se convierte en un deber religioso. El modelo de esta revolución espiritual es la mezquita Istiqlal en Yakarta, la más grande de Asia, declarada el primer "lugar de culto ecológico” del mundo. Ahora, el 70% de las 800.000 mezquitas del país deben transformarse en "mezquitas ecológicas”. En las escuelas coránicas, los futuros imanes se forman como "predicadores medioambientales”. Los "Ejércitos verdes islámicos” exploran las montañas de la isla de Java, enseñan agricultura sostenible y rezan colectivamente por la preservación de la naturaleza. Incluso las más altas autoridades religiosas, como el Consejo de Ulemas de Indonesia, publican fetuas verdes contra delitos medioambientales. Juntos, planean alcanzar la neutralidad de carbono en Indonesia para el año 2060.
Sin embargo, también hay críticas al movimiento: Indonesia es uno de los mayores extractores de carbón del mundo y el principal productor de níquel. Las organizaciones ecologistas critican que el nuevo movimiento islámico se centra demasiado en la responsabilidad individual y guarda silencio ante los grandes contaminadores industriales del país. Algunos líderes religiosos están involucrados en proyectos mineros controvertidos. Contradicciones e intereses diversos, como en cualquier parte del mundo; pero el islam verde de Indonesia no quiere dejarse detener por ello.