Ruth Bopp padece desde hace años una enfermedad pulmonar incurable. Ya no puede respirar por sí misma. Y por fin le donan un órgano. El documental muestra su comienzo en una nueva vida, su lucha y su felicidad, pero también los reveses.
Ruth Bopp nunca olvidará el 20 de octubre de 2023. A las 3:50 de la madrugada la despierta el sonido de su celular. La llaman desde la Facultad de Medicina de Hannover para comunicarle que hay un pulmón compatible para ella. Una ambulancia ya está en camino.
La paciente sufría fibrosis pulmonar, una enfermedad crónica grave que dificulta cada vez más la respiración. Durante años dependió de una botella de oxígeno. Cuatro días después del trasplante ya podía respirar libremente, sin tubos ni aparatos. «Fue una sensación indescriptible», dice. «Por fin podía respirar por mí misma, era maravilloso».
Pero la historia de Ruth es una excepción. En Alemania, 8400 pacientes esperan urgentemente un órgano, pero solo hay 965 donantes. En Alemania, la donación de órganos o tejidos requiere una autorización explícita: solo es posible si el fallecido ha consentido en vida o si sus familiares lo hacen a posteriori. En muchos otros países europeos, como Francia, España o los Países Bajos, es al revés: quien no se oponga expresamente, se considera automáticamente donante.
El documental muestra cómo es vivir con una enfermedad pulmonar grave, el camino hacia el trasplante y la fuerza emocional de la esperanza. Ruth Bopp hace un llamamiento urgente a la sociedad: «Quien necesita un órgano, lo requiere de inmediato, pero muy poca gente se plantea la posibilidad de donar». Sin embargo, las encuestas actuales muestran una tendencia positiva: según un estudio de Forsa encargado por la aseguradora Techniker Krankenkasse, el 49 % de los adultos en Alemania tiene una tarjeta de donante de órganos, frente al 41 % en 2021.