En México, miles de mujeres son asesinadas cada año por el simple hecho de ser mujeres. Este país tiene uno de los índices de feminicidios más altos del mundo. La indiferencia oficial y la impunidad persisten. Pero existe una creciente resistencia.
La hija de Ara Osorio, Lesvy Berlín, fue hallada el 3 de mayo de 2017 con un cable de teléfono alrededor del cuello en el campus de su universidad en la Ciudad de México. Las autoridades investigaron inicialmente un suicidio. Sin embargo, pronto quedó claro que Lesvy había sido estrangulada por un hombre. Ara Osorio y los estudiantes de la universidad no dejaron de presionar a la fiscalía hasta que finalmente se abrió una investigación por asesinato.
Ara Osorio forma parte del movimiento de protesta «Ni una menos» que reúne a mujeres que exigen justicia para las miles de víctimas que se producen cada año. Según datos de las autoridades competentes, en 2024 fueron asesinadas 3427 mujeres. Sólo 829 de estos asesinatos fueron clasificados como feminicidios, lo que ha suscitado críticas.
Las mujeres son las víctimas frecuentes de las estructuras patriarcales: se ven atrapadas entre las bandas de narcotraficantes o mueren a manos de sus parejas o maridos.
Las mujeres mexicanas se rebelan contra esta situación con coloridas marchas de protesta, con arte, pero también con iniciativas muy prácticas. Flora Gutiérrez es una indígena de Oaxaca. Esta abogada ha fundado en su región una asociación que apoya a las mujeres víctimas de la violencia. El objetivo es romper de una vez por todas la espiral de impunidad de los agresores.