Una mujer lleva a una remota aldea de Senegal la energía solar y, con ella, el progreso. Nené se forma como técnica solar pese a la oposición de su esposo, e inicia así un lento proceso de cambio en las tradiciones patriarcales.
En el antiguo reino fulbe de Futa Toro, en la frontera entre Senegal y Mauritania, hay aldeas tan remotas que la ciudad más cercana está a varias horas en coche. Néné vive en uno de estos pueblos, sin conexión a la red eléctrica. En el mercado, oye hablar de una ONG que ofrece a las mujeres la oportunidad de aprender sobre energía solar. Néné decide visitar la ONG, porque su pueblo también necesita electricidad.
En la aldea de Nené, nunca antes una mujer había abandonado el pueblo, asistido a una escuela o aprendido algo que no fuera alimentar a los animales, cultivar los campos, cuidar de los niños y cocinar. Su esposo no quiere que vaya, pero Nené se impone y decide formarse como técnica solar.
Néné no está sola. Otras mujeres participarán en la formación junto a ella. Cuando suben al minibús que las lleva a la ciudad, están dando el primer paso hacia una nueva vida. En el centro de formación experimentan por primera vez el agua corriente y la electricidad. También el mar y el ajetreo de la ciudad son nuevos para ellas.
Cuatro meses después, las mujeres regresan con los conocimientos anhelados y pueden explicar a sus vecinos cómo abastecer las casas con energía solar. Poco a poco, esta energía renovable se va introduciendo en la vida cotidiana de la gente. Con su iniciativa y formación, las mujeres cuestionan sutilmente el significado de la modernidad y la posición de la mujer en la sociedad.