La comida no se volvió tóxica por accidente.
Tampoco porque “la gente no sabe elegir”.
En este video analizamos cómo el lobbying de la industria alimentaria ha sido utilizado durante décadas para debilitar regulaciones, retrasar advertencias sanitarias y mantener estándares de calidad deliberadamente bajos, mientras los efectos sobre la salud pública se acumulan en silencio.
Hablamos de dinero, de poder y de decisiones tomadas lejos de las cocinas, pero con consecuencias directas en los cuerpos: obesidad, diabetes, enfermedades metabólicas y una normalización del consumo de productos que nunca fueron pensados para ser alimento.
Los mismos actores que diseñan estos productos no los consumen.
Los mismos que financian campañas de “elección individual” pagaron para que no hubiera alternativas reales.
Esto no es una teoría conspirativa.
Es un modelo de negocio respaldado por captura regulatoria, marketing y grandes intereses.
Si alguna vez te preguntaste por qué lo que comes te enferma, la respuesta no está en tu fuerza de voluntad.
Está en quién escribe las reglas.