Hace miles de millones de años, Marte no era el desierto árido que observamos a través de nuestros telescopios hoy en día. En cambio, era un planeta dinámico con ríos, lagos y quizás incluso vastos océanos extendiéndose por su superficie. Las huellas de antiguos valles tallados por el agua corriente, formaciones delta y depósitos minerales nos cuentan que el agua líquida una vez dio forma al paisaje marciano. La historia olvidada de Marte antes de que su agua desapareciera es una historia de transformación de un mundo potencialmente habitable a un planeta frío, seco y polvoriento como el que conocemos ahora. Los científicos que estudian este pasado están reuniendo evidencias de orbitadores, módulos de aterrizaje, rovers y meteoritos que revelan que Marte una vez se asemejó mucho más a la Tierra de lo que imaginábamos. Comprender esta historia no solo se trata de reconstruir el pasado de Marte, sino también de preguntarse si la vida podría haber surgido allí y si quedan rastros de ella ocultos bajo la superficie.
Marte se formó aproximadamente al mismo tiempo que la Tierra, hace unos 4.5 mil millones de años, dentro del disco en espiral de polvo y gas que rodeaba al joven Sol. Al principio, ambos planetas siguieron caminos similares: superficies fundidas, intenso bombardeo de asteroides y una fuerte actividad volcánica. Pero mientras la Tierra se convirtió en un planeta más grande, cálido y húmedo, Marte permaneció más pequeño y frágil. A pesar de sus limitaciones, Marte desarrolló vastas llanuras volcánicas, un campo magnético protector y una atmósfera más densa que apoyaba el agua en la superficie. Hace entre 3.5 y 4 mil millones de años, el agua fluía abundantemente por la superficie marciana, creando valles que rivalizan con los mayores sistemas fluviales de la Tierra. Cuencas masivas como Hellas y las tierras bajas del norte pueden haber albergado mares u océanos. Las capas sedimentarias observadas por el rover Curiosity de la NASA en el cráter Gale muestran lagos antiguos que duraron millones de años. Minerales como arcillas y sulfatos, que solo se forman en presencia de agua, están ampliamente distribuidos por todo el planeta, dejando pocas dudas de que Marte alguna vez tuvo un clima más húmedo y similar al de la Tierra.
El gran misterio es por qué Marte cambió tan drásticamente. Una de las principales explicaciones es la pérdida de su campo magnético. El campo magnético de la Tierra protege nuestra atmósfera del viento solar, una corriente constante de partículas cargadas del Sol. Sin embargo, Marte perdió su campo magnético global relativamente temprano en su historia, tal vez hace unos 4 mil millones de años. Sin esta protección, el viento solar fue despojando gradualmente la atmósfera, adelgazándola hasta que el agua en la superficie ya no pudo permanecer estable. A medida que el aire se adelgazaba, las temperaturas caían en picado y el agua líquida se congelaba bajo tierra o se evaporaba en el espacio. El Marte azul de antaño se desvaneció en el desierto rojo que vemos hoy, con sus ríos cortados y sus océanos convertidos en memoria.
Esta transformación no fue instantánea. La evidencia sugiere que el agua persistió en algunos lugares durante cientos de millones de años después de que la atmósfera comenzara a adelgazarse. Valles y canales de desbordamiento insinúan inundaciones catastróficas, posiblemente desencadenadas por actividad volcánica o tectónica liberando depósitos subterráneos. Marte puede haber pasado por ciclos de periodos húmedos y secos, con climas temporales que permitieron que el agua resurgiera antes de desaparecer nuevamente. Incluso en sus etapas finales, los glaciares tallaron valles y dejaron depósitos que dan testimonio de una compleja historia hidrológica. Pero eventualmente, el planeta cruzó un umbral donde el agua en la superficie ya no podía existir por largos periodos. El hielo se retiró hacia los casquetes polares y las capas subterráneas, y la era de los ríos marcianos fluyentes llegó a un fin permanente.
Para los científicos, reconstruir esta historia olvidada es como resolver un rompecabezas con pistas dispersas. Los orbitadores mapean los valles y depósitos minerales desde arriba, mientras que los rovers exploran las capas sedimentarias en el suelo. Los meteoritos marcianos que aterrizaron en la Tierra llevan firmas isotópicas que muestran cuánta atmósfera y agua se perdió en el espacio. La misión MAVEN ha medido directamente la fuga atmosférica, confirmando que la erosión por viento solar continua incluso hoy. Poco a poco, estos hallazgos muestran cómo Marte pasó de ser un mundo de lagos y posibles océanos al seco desierto que es ahora.
Las implicaciones van mucho más allá de la geología.