El período Carbonífero, que duró aproximadamente de 359 a 299 millones de años atrás, fue un tiempo en el que los paisajes y ecosistemas de la Tierra experimentaron transformaciones dramáticas. Este período es conocido por sus vastos bosques pantanosos, plantas imponentes y el surgimiento de insectos gigantes que dominaban los cielos y la tierra. El Carbonífero representa una de las eras más importantes en la historia de la Tierra porque sentó las bases para los depósitos de carbón que impulsaron la revolución industrial millones de años después. El nombre Carbonífero en sí mismo refleja este legado, ya que significa portador de carbón, haciendo referencia a las inmensas cantidades de material vegetal que se acumularon y eventualmente se convirtieron en carbón.

Durante el período Carbonífero, el clima de la Tierra era cálido y húmedo, creando condiciones ideales para el crecimiento de densos bosques que se extendían a lo largo de gran parte de los continentes. Estos bosques estaban dominados por gigantescos musgos, colas de caballo y helechos que podían alcanzar alturas de más de 30 metros. La espesa vegetación formó extensos humedales y pantanos que no sólo capturaron vastas cantidades de dióxido de carbono, sino que también proporcionaron hábitats para una amplia gama de organismos. A medida que estas plantas morían y se acumulaban en ambientes anegados, quedaban sepultadas bajo sedimentos y comprimidas a lo largo de millones de años para formar las vetas de carbón que explotamos hoy en día.

El período Carbonífero es famoso por sus notables insectos y artrópodos. Gracias a los altos niveles de oxígeno en la atmósfera, algunas de estas criaturas crecieron hasta tamaños enormes. Los cielos estaban llenos de gigantescos insectos parecidos a libélulas con envergaduras que alcanzaban más de 70 centímetros, como la Meganeura. En el suelo del bosque, masivos artrópodos parecidos a milpiés llamados Arthropleura podían crecer varios metros de largo, deslizándose por el sotobosque de los bosques antiguos. Estos insectos y artrópodos gigantes eran algunos de los principales depredadores invertebrados de sus ecosistemas, cazando criaturas más pequeñas y contribuyendo a las dinámicas redes alimentarias del mundo del Carbonífero.

Además de los insectos gigantes, el Carbonífero fue un momento clave para la evolución de los vertebrados. Los anfibios se diversificaron durante este período, prosperando en los entornos pantanosos que proporcionaban tanto agua como refugio. Algunos de estos primeros anfibios alcanzaron tamaños impresionantes y comenzaron a explorar hábitats terrestres más alejados de las fuentes de agua. Más importante aún, el Carbonífero vio la aparición de los primeros amniotes: vertebrados que ponían huevos con cáscaras protectoras o retenían el embrión dentro del cuerpo. Este avance evolutivo permitió a los animales reproducirse lejos del agua y marcó el surgimiento de los primeros reptiles. Estos primeros reptiles eventualmente darían lugar a la gran diversidad de vertebrados terrestres, incluidos dinosaurios, aves y mamíferos.

El período Carbonífero también fue testigo de cambios geológicos y climáticos significativos. Durante este tiempo, el supercontinente Pangea estaba comenzando a formarse a medida que masas terrestres más pequeñas colisionaban y se fusionaban. Estos desplazamientos continentales contribuyeron a cambios en el nivel del mar y en los patrones climáticos. Los extensos bosques del Carbonífero ayudaron a reducir los niveles de dióxido de carbono atmosférico, contribuyendo al enfriamiento global y eventualmente llevando a un evento de glaciación en las etapas posteriores del período. Masivas capas de hielo se formaron sobre las regiones polares del sur, alterando dramáticamente los hábitats y desencadenando extinciones en algunos ecosistemas marinos y terrestres.