La libertad de tránsito entre Perú y los países vecinos conlleva beneficios económicos y sociales. En las localidades fronterizas confluyen actividades diversas, desde el comercio hasta la atención médica; sin embargo, en algunas zonas, esta dinámica se ve afectada por un peligro latente. La escasa presencia del Estado ha permitido que la inseguridad, el crimen y el narcotráfico ganen terreno, transformando la vida cotidiana de sus habitantes en una lucha por sobrevivir.