Ramón tiene 45 años, está casado con Nora, su primer y único amor. Tienen dos hijos, Andrés de 13 y Paloma de 6. Ellos viven en los suburbios de Buenos Aires. Entramos en su vida el mismo día en que se produce el cierre de la fábrica donde trabaja desde hace más de 10 años. Allí comienza para Ramón un camino de descenso al infierno. Todos sus puntos de apoyo se van desmoronando. Nora, por primera vez debe salir a trabajar de doméstica, deben vender la casita y volver a la villa. Andrés, el hijo mayor, se inserta en la vida marginal hasta ser detenido por la policía. Frente al deterioro nuestro personaje comienza a soñar con el regreso al pasado: el campo.

Un atardecer Ramón llega hasta la casa de su padre, el viejo Décima, ya senil, quien no lo reconoce. Santos, el hermano menor de Ramón, vive con su familia en total estado de miserabilidad.

La producción de arrenderos, la autoexplotación familiar, el hambre, la vida rural de las áreas marginales de la provincia de Corrientes, son un golpe tremendo para los sueños de Ramón. Allí tampoco hay espacio para una vida feliz.

Ramón emprende el regreso ahora sabiendo que nadie puede volver al pasado. Que los designios ya están marcados y su espacio natural es la ciudad. Se reencuentra con Nora y sus hijos para enfrentar un destino unidos.

Año 1990
País: Argentina
Dirección: Tristán Bauer
Guion: Tristán Bauer, Graciela Maglie, Aldo Romero
Música: Rodolfo Mederos
Fotografía: Ricardo de Angelis