En 2014 se presentó una nueva criptomoneda: OneCoin. En eventos multitudinarios que parecían reuniones religiosas, su carismática fundadora, Ruja Ignatova, afirmaba que estaba en camino de convertirse en la mayor moneda digital del mundo y que cambiaría el mundo. En realidad, se trataba de una gigantesca estafa piramidal. No había cadena de bloques, ni sistema de pago, nada más que la promesa de fantásticas tasas de rendimiento. Ruja y sus compinches inventaban cada día un nuevo tipo de cambio favorable. Y funcionó: OneCoin pronto se convirtió en la criptomoneda de los pobres. Una moneda que convertiría a los indigentes en príncipes.

En realidad, solo convirtió a Ruja Ignatova en la «Cryptoqueen». Organizó lujosas fiestas con champán en Fráncfort, Sofía y Nueva York. Compró dos docenas de propiedades de lujo en todo el mundo. Hasta que desapareció sin dejar rastro. En la actualidad, nadie sabe dónde está. Pero, a pesar de todo, muchos inversores siguen creyendo en OneCoin. ¿Cómo consiguió Ruja Ignatova engañar tanto a las autoridades como a los clientes? ¿Quién sabía qué y cuándo? ¿Cómo consigue OneCoin seguir funcionando? ¿Y quiénes son las personas sospechosas que están detrás de la «Cryptoqueen»?

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