Cada año, cientos de miles de personas en todo el mundo sufren un burnout. Peluqueros, gerentes, profesores, estudiantes. Miles de hombres y mujeres de todas las edades que de repente se derrumban y no pueden seguir adelante.
A menudo, esta enfermedad, en su mayoría invisible e insidiosa, carcome a los afectados durante mucho tiempo sin que ellos sepan por qué se sienten tan mal. El diagnóstico es difícil. ¿Cómo se pueden reconocer los síntomas antes de que sea demasiado tarde? ¿Cuáles son las señales de alerta? ¿De qué herramientas disponemos para hacerle frente? ¿Y por qué la OMS no reconoce el burnout como una enfermedad?
En Europa y Norteamérica ya se están adoptando medidas para prevenir la aparición de este trastorno y medir sus costos para la sociedad. En Francia, por ejemplo, se están desarrollando estructuras para la atención y reintegración de las personas afectadas. Sin embargo, parece que aún queda un largo camino por recorrer para que la salud mental en el lugar de trabajo vuelva a ser una prioridad en nuestro mundo actual.