El dulce sabor de las piñas, producto más exportado por Costa Rica, esconde una amarga realidad: la fruta se ha vuelto sinónimo de toxicidad por el uso extensivo de plaguicidas y agroquímicos a manos de las transnacionales. Sus vastas áreas de cultivo causan un grave impacto medioambiental en esta tierra conocida por su exuberante biodiversidad, poniendo en riesgo la salud de los trabajadores de las plantaciones y de quienes viven a su alrededor, a costa de la ignorancia de los consumidores.