El idealismo en filosofía tiene poco que ver con lo que la gente se imagina. Lo mismo que el materialismo. La sentencia idealista de Hegel “sólo lo espiritual es real” nos ha llevado a una concepción de la Historia como desarrollo del Espíritu, en el que lo Lógico y lo Material, el “lógos” y la “carne” se identifican. En esta perspectiva, la Historia misma es un largo razonamiento que demuestra cada vez más que la razón y la realidad son la misma cosa. El tiempo mismo, al pasar, razona. De este modo, para Hegel, el cerebro de la totalidad acaba contraponiéndose “al cerebro de los que razonan”, por utilizar aquí una expresión de Bertolt Brecht. Para el idealismo, nos dice Hegel, la razón no es tan impotente que solo alcance a determinar el ideal, lo que “debe ser” en contraposición a lo real y lo que es. La razón es, por el contrario, la potencia de la realidad. Los materialistas no tenemos esa confianza. Pensamos que se puede tener toda la razón y fracasar. Que la razón puede ser completamente impotente frente a la realidad. La mejor prueba de ello es el mundo en que vivimos, un mundo en el que la ONU, armada con la Declaración de los derechos humanos, tiene razón y, sin embargo, es completamente impotente frente a la OTAN y los poderes fácticos del Nuevo Orden Mundial. Sin embargo, hay quienes defienden que este Orden Mundial, el orden de la globalización económica, el orden del mercado mundial, encarna las verdaderas razones, las razones con las que razona el cerebro de la Historia, el cerebro de la Totalidad. Ellos son nuestro actuales hegelianos, los verdaderos idealistas de nuestro tiempo. Mencionamos en este video a Elon Musk, Javier Milei, Juan Ramón Rallo o Jesús Huertas de Soto, como ejemplos de cómo el idealismo está bastante más extendido de lo que podría pensarse.