Desde 2020, Madeira atrae a nómadas digitales de todo el mundo para vivir y trabajar aquí. Pero en este supuesto paraíso, el día a día demuestra que las preocupaciones existenciales y la soledad también existen.
Madeira, una isla perteneciente a Portugal, se encuentra en el océano Atlántico y es conocida como la isla de la eterna primavera. El pueblo de Ponta do Sol atrae a jóvenes nómadas digitales por su clima agradable y su vida comunitaria. Nina y Heiko quieren trabajar en la isla. Sin embargo, el costo de la vida y los alquileres han subido mucho y son casi tan altos como en las grandes ciudades del continente europeo. Para muchos lugareños, las casas y los apartamentos son inasequibles.
Nina llegó a Madeira en 2021. Su objetivo: la llamada aldea digital para jóvenes autónomos en Ponta do Sol. Actualmente la muniquesa continúa en la isla, pero echa de menos la sensación de comunidad de los primeros días. La mayoría de los nómadas digitales sólo se quedan unos meses y luego se marchan. En tan poco tiempo, es difícil entablar amistades estrechas.
La «primera aldea para nómadas digitales» anunciada en las redes sociales consiste principalmente en un espacio de co-working donde los autónomos pueden trabajar gratis. La gran afluencia de viajeros inspiró a la idea de negocio de Nina: gestiona pisos compartidos, conocidos como co-livings, donde los nómadas digitales pueden encontrar un «hogar temporal».
Heiko ya ha hecho las maletas y sueña con una vida en la isla. «Madeira es definitivamente el lugar que anhelo». El diseñador gráfico ama la isla desde que era niño. Ahora quiere establecerse allí con la ayuda de la comunidad digital.