Río de Janeiro es el Pan de Azúcar, el Cristo Redentor y Copacabana. Cuando cae la noche, se reúnen aquí los mundos más diversos. Un recorrido a través de una de las metrópolis más fascinantes del mundo, desde el atardecer hasta el amanecer.

Poco después del atardecer, comienzan su trabajo las mujeres y los hombres del equipo de recolección de basura. En la playa de Copacabana, todo un ejército tamiza la arena y prepara la playa para el día siguiente. Como durante el día hay mucho tráfico, Luiz da Silva y sus compañeros también vacían los contenedores de basura de la metrópoli en plena noche.

Mientras tanto, el investigador de cocodrilos Ricardo Freitas navega con su pequeño bote por una laguna al oeste de la ciudad. El lado salvaje de Río se evidencia especialmente por la noche: miles de caimanes pueblan las aguas de la ciudad.
Jacky Rocha también trabaja de noche. Ella es cantante de samba y deambula por la vida nocturna de Río de actuación en actuación. Los ensayos para el Carnaval ya están en pleno auge. Pero siempre hay tiempo para un concierto en el moderno barrio del puerto. Confiesa que la samba es más que sólo carnaval y música para sentirse bien; Es un arma en la lucha contra el racismo.

Río de Janeiro también es una ciudad de desigualdad extrema. Mientras algunos todavía están bailando y celebrando, para otros ya está comenzando la jornada laboral. La niñera Gilmara dos Santos vive en uno de los barrios pobres y peligrosos de Río. Para poder llegar a tiempo a su trabajo, con una familia adinerada del exclusivo sur de la ciudad, tiene que salir por la noche.
El candomblé también es un mundo diferente. Esta religión afrobrasileña estuvo prohibida durante mucho tiempo y debía practicarse en secreto. Incluso hoy en día, sus representantes tienen que luchar contra los prejuicios, porque a muchos les parece muy extraña esta práctica religiosa. En los rituales nocturnos de una hora de duración, sus dioses, los Orixás, son convocados con tambores, cantos y bailes, y poseen a los creyentes.

En esta noche, todos están unidos por un optimismo incansable, frente a obstáculos sociales y económicos aparentemente insuperables. Y así, por la noche, Río de Janeiro no es sólo una ciudad de mucho trabajo, sino también de grandes sueños, que premia a sus habitantes, los cariocas, con la belleza de cada amanecer.