Mallorca es un lugar de ensueño para muchos turistas. Sin embargo, el número creciente de pisos vacacionales y el aumento de los precios inmobiliarios están expulsando cada vez a más mallorquines de sus barrios.
Cada año, millones de turistas visitan la isla. Pero muchos mallorquines ya no pueden permitirse los alquileres de la isla. Begoña, de 60 años, agente de estacionamiento, y su hijo Héctor, camarero, viven en una caravana en Palma, la capital de Mallorca. A pesar de trabajar los dos, sus ingresos conjuntos de 2500 euros no son suficientes para encontrar un piso. Christofer, estudiante de medicina de 22 años, vive en un sótano mohoso por el cual paga 600 euros al mes de alquiler. Las condiciones son catastróficas: las bombas de sumidero defectuosas causan hedores nauseabundos, y a cada rato se corta la luz.
Sus casos son solo dos de los muchos ejemplos de la crisis de vivienda en Mallorca.