La ostricultura en Francia tiene más de 100 años de tradición, pero el negocio se vuelve cada vez más difícil. El cambio climático y el creciente turismo afectan la calidad del agua, lo que supone una gran presión económica para los ostricultores.
Fréderic y Luca Simon se han hecho cargo de un negocio tradicional y venden sus ostras en mercados locales y directamente en su cabaña de Andernos-les-Bains. El cultivo es un trabajo duro y hasta ahora casi no les ha generado ganancias. pero esperan tener más ingresos con su restaurante propio. Alex Boudard es nuevo en el negocio y, como se enfoca en la mercadotecnia y en su imagen en Instagram, es criticado por los ostricultores con más trayectoria. Detrás del idílico escenario de las cabañas ostricultoras, la situación es tensa. A la competencia entre los ostricultores se suma otro problema: desde hace años aumentan los robos de ostras, a menudo a gran escala. Por eso, Jerome Goussard, de la brigada náutica, patrulla la bahía de Arcachón regularmente. Controla embarcaciones desconocidas, pero también a los ostricultores de la zona, ya que los ladrones no siempre vienen de fuera. A veces, los robos son internos.