Desde que Barack Obama anunció una reestructuración de las relaciones con Cuba, mucho ha cambiado en la isla caribeña socialista. Más de cuatro millones de visitantes extranjeros viajaron a Cuba en 2016, los artistas cubanos tuvieron más demanda internacional que nunca antes y los jugadores de béisbol cubanos ahora pueden firmar contratos profesionales en el extranjero legalmente. Pero, al abrir sus fronteras al extranjero, también surge un nuevo temor: la pérdida de la identidad cubana.