El Congo es uno de los países más pobres del mundo y, a la vez, con mayor porcentaje de millonarios. El documental retrata a varios multimillonarios: músicos, propietarios de minas, empresarios y predicadores de dudosa reputación.
La República Democrática del Congo es muy rica en materias primas, pero son pocos los que se benefician de ellas. Mientras el 60% de sus habitantes vive con menos de 1,25 $, empresarios, artistas, antiguos líderes rebeldes o predicadores evangélicos se lucran del crecimiento económico. La mayoría de ellos amasaron su fortuna en el caos. En Kinsasa, la capital, los nuevos ricos viven en enclaves seguros y lujosos, mientras los niños trabajan en las minas de coltán del este del país.
Los barrios de los ricos son magníficos oasis aislados de la miseria del resto de la población. Fally Ipupa hizo dinero con la música. Otros intentan hacer dinero con ideas ingeniosas. Patricia Nzolantima fundó una empresa de taxis que ofrece nuevas perspectivas y oportunidades laborales, sobre todo, a las mujeres.
Con 3.000 empleados, la compañía minera Cooperamma es la empresa que da más trabajo de la provincia de Kivu, al noreste del país. Robert Seninga, el director general, afirma que la gestión de sus minas de coltán es ejemplar, pero las normas de seguridad son deficientes. Este mineral, codiciado en todo el mundo (se usa para fabricar teléfonos móviles y otros aparatos electrónicos) es, al mismo tiempo, una maldición y una bendición para el Congo. Mientras algunos se enriquecen sin parar, para otros significa la muerte. La región aún sufre conflictos étnicos y enfrentamientos armados entre distintas milicias. Con el dinero del contrabando de coltán se financia a las guerrillas y alimentan estos conflictos, generando un círculo vicioso.
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