Una boda en Marruecos es como un cuento de Las mil y una noches. Durante uno o dos días la novia puede sentirse como una auténtica princesa. La fiesta ha de ser multitudinaria, los vestidos y joyas lujosos y la comida selecta.
Planear una boda en Marruecos se demora varios meses. También en el caso de Yousra y Othman que, aunque viven en Francia, se casan en la ciudad marroquí de Fez, de donde proviene la novia. Como neggafa, una mezcla de organizadora de bodas y dama de compañía, contrataron a Salwa, aunque naturalmente también los padres de ambos quieren participar en los planes para el día más importante de la vida de sus hijos. Además, se juegan su reputación entre su familia y amigos. Juntos buscan una sala de banquetes y recorren los zocos de la ciudad en busca de palo de aloe, incienso y alheña para la ceremonia de la henna, que representa el inicio de los festejos típicos de una boda magrebí.
El gran día llega para Yousra y Othman y la boda se celebra con toda la parafernalia que corresponde: la llegada del novio y su familia con acompañamiento musical, la exposición de los regalos y el desfile de la novia con diferentes vestidos. Yousra acapara todas las miradas cuando es paseada por la sala en una especie de palanquín llamado amariya.
Pero el clímax de la ceremonia tiene lugar cuando la novia aparece con la labssa fassia, un tradicional vestido cuyo lujoso brocado, junto con la pesada corona, suponen todo un desafío para la frágil Yousra. Sin embargo, esta debe sonreír y disimular el enorme esfuerzo, ya que sabe bien que todos los videos y fotos que le están tomando serán después subidos a las redes sociales. Esta boda de cuento de hadas no solo debe ser un evento inolvidable para novios e invitados, sino que también supone una vara de medir para el prestigio de las familias.
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