La ciudad maliense de Gao es una puerta de entrada al Sáhara por la que pasan miles de africanos. Muchos se detienen en una casa que es el único punto de contacto para los migrantes que se dirigen a Europa.
Durante décadas, Gao ha sido un importante punto de tránsito para los migrantes en su largo viaje hacia Europa. Pero esta ciudad maliense de la región del Sahel también se ha convertido en un refugio para todos aquellos cuyo sueño europeo se ha esfumado y tienen que regresar. Sus caminos convergen en un mismo lugar: la "Casa del Migrante".
Este centro acoge cada año a cientos de intrépidas personas que lo intentan en repetidas ocasiones y también a quienes parten hacia Europa por primera vez. Vienen de toda África: Malí, Camerún, Burkina Faso, Congo, Ghana, Guinea, Níger, Costa de Marfil, Liberia, Angola, Senegal... La colorida casa los acoge a todos, con sus miedos, sus tristezas y sus esperanzas.
Esther y Kady tienen 15 y 16 años. Estas adolescentes de Burkina Faso hacen una parada en la casa para tomar fuerzas antes de continuar su viaje hacia el norte. Allí se hacen amigas de la migrante Natacha, quien, con el paso de los años y los golpes del destino, ha perdido toda esperanza de volver a ver a sus parientes. Las tres forman una especie de familia y comparten momentos llenos de alegría, esperanza y cariño. Pero para Esther y Kady se avecina un viaje diferente al de muchos otros migrantes, cuyo camino está marcado por el fracaso y las experiencias traumáticas. Mientras tanto, la casa desafía al desierto, como una frágil fortaleza que susurra sueños y pesadillas a los fugitivos.
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