La reducida superficie de Portugal contrasta con la reputación de su arquitectura, que le ha procurado la obtención de dos premios Pritzker (el galardón más reconocido mundialmente en el ámbito arquitectónico). En 2011, diecinueve años después que su maestro Álvaro Siza, Eduardo Souto de Moura recibió este galardón que premia “contribuciones significativas a la humanidad y al entorno construido a través del arte de la arquitectura”.
Apoyado en el prestigio que le procuraron sus viviendas unifamiliares, Souto extendió progresivamente su actividad al equipamiento público y a la escena internacional: Metro de Oporto, Estadio Municipal de Braga para la Eurocopa de 2004, Museo Paula Rêgo, Crematorio Uitzicht, oficinas en el campus de Novartis…
En esta Cátedra Acciona del pasado 10 de junio de 2015 en el Círculo de Bellas Artes conocimos los últimos proyectos de Souto, autor de una obra esencial y ensimismada basada en el rigor geométrico y la articulación material. Su tendencia a la abstracción, que lo ancla en la tradición moderna de depuración tecnológica, no pierde, sin embargo, las referencias vernáculas mediante el uso de los materiales, ni una voluntad metafísica expresada en la disposición y escala de los volúmenes y en el uso de elementos cuya plasticidad trasciende, a través de la evocación, la mera funcionalidad exigible a toda obra arquitectónica.
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