En Ecuador, las mujeres son víctimas del poderoso lobby católico antiaborto y de una maquinaria judicial conservadora. Solo algunas pueden interrumpir su embarazo por unos pocos cientos de dólares en clínicas privadas, con pocas repercusiones. Pero para quienes no tienen los medios económicos suficientes, la elección es más difícil. En este país tan conservador de 17 millones de habitantes es complicado escapar a la presión social de la maternidad y al activismo antiaborto.