Muchos pequeños pueblos de la taiga siberiana no son accesibles por carretera. Los incendios forestales destruyeron las carreteras y dejaron terrenos pantanosos. En verano, el servicio postal ruso utiliza carteros a caballo para los repartos.
En Siberia hay pocos centros urbanos. La taiga o bosque boreal es un ecosistema casi deshabitado que se extiende a lo largo del trayecto del Ferrocarril Transiberiano. Muchos asentamientos pequeños no son accesibles por carretera. Todos los meses, el cartero de la taiga, Andrian Kromov, de 53 años, realiza el peligroso viaje de 150 km a través de los pantanos para repartir correo, artículos de primera necesidad y noticias en aldeas remotas.
En verano lo hace a caballo. Pero los caminos están en parte inundados o destruidos por los incendios forestales. El viaje es siempre una aventura. Y esta vez su caballo se escapó. Puede recorrer los primeros kilómetros en su viejo auto, pero esto tampoco suele funcionar. No le queda más remedio que intentar encontrar un caballo... o caminar.
Los pueblos que por los que pasa en su viaje de una semana por la taiga están aislados del mundo. Siberia está muy poco poblada. La mayoría de los habitantes ha sido reubicada en granjas colectivas. Pero ya no queda ninguna. Hay una estación meteorológica, cuyos datos también retransmite Andrian, porque aquí no hay teléfono, ni internet, ni electricidad. La televisión y la radio funcionan con baterías o un generador. Esto requiere gasolina, que solo se puede transportar en invierno cuando el suelo está congelado. El cartero es la conexión con el mundo exterior, y ésta es difícil de mantener.
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