En la década de 1960 Egipto lanzó un programa de vacunación para combatir la esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria que afectaba principalmente a los habitantes del delta del Nilo. Tras ese evento las autoridades propagaron, de manera accidental, la hepatitis C. En la actualidad, la nación africana cuenta con el más elevado índice de afectados en el mundo por lo que estableció una campaña para erradicar la misma en el país y ayudar a los que la padecen en el extranjero.