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Penes y vulvas - Masculino y femenino - cap 24 Pensando con Freud

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Hemos visto que el complejo de castración de la niña es una puerta de entrada al complejo de Edipo. En cambio, en el varón, es la puerta de salida: el varón escapa del Edipo bajo amenaza de castración. Esta circunstancia tiene mucha trascendencia en la psicología propia del varón. Tras abandonar el Edipo, el varón entra en un “periodo de latencia”, en el que el deseo (infantil) ha sido sepultado y el deseo (adulto) todavía no ha terminado de emerger. El varón queda como “suspendido en la nada”, un periodo que es aprovechado para la instrucción, nos dice Freud. El varón es un experto en la nada, es el nihilista por antonomasia. Para el varón el lenguaje se convierte en un juego en la nada para nada. Para él siempre es más importante hablar que desear. Hablar es una forma de sepultar el deseo infantil. En el varón, el complejo de castración es una ruptura con el mundo del deseo. En cambio, en la niña, es una puerta abierta al mundo del deseo. Además, sobre la niña no pesa ya ninguna amenaza de castración, de modo que no tiene, en principio, ningún motivo para abandonar el complejo de Edipo. Lo abandonará, sin duda, pero sin necesitar oponer deber y deseo, como hace el varón. Del mismo modo, su instrucción nunca se contrapondrá tanto al deseo y la afectividad como ocurre con el varón.

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