A lo largo de millones de años, los fenómenos extremos obligaron a las especies a adaptarse. Pero la crisis climática pone a la flora y la fauna ante retos insospechados.
Algunos animales son capaces de anticipar cuándo están a punto de producirse catástrofes naturales y protegerse. Los incendios, las inundaciones y los temporales obligan a los animales a desarrollar estrategias de supervivencia e incluso a beneficiarse de estas catástrofes.
Ejemplos hay muchos: los fenómenos meteorológicos influyen enormemente en la migración de las aves de Canadá a Brasil; durante la época de tormentas, los fuertes vientos y las precipitaciones dificultan la migración. La isla de Puerto Rico tiene hormigas capaces de resistir las inundaciones. Enlazándose entre ellas, forman balsas compactas con sus cuerpos, lo que les permite fluir con la corriente. Y la flora y fauna de Australia se ha adaptado también a los incendios que se suceden todos los años. Ciertas aves se aprovechan de los incendios, ya que les permiten encontrar más fácilmente a sus presas.
No obstante, las especies han tenido muy poco tiempo para adaptarse al cambio climático generado desde la industrialización y que es ya una realidad. La subida del nivel del mar, la frecuencia cada vez mayor de tornados y los incendios desmesurados superan todo lo que se había visto hasta ahora. A la comunidad científica le preocupa la incertidumbre y la velocidad de los cambios ante los que nos encontramos. Es imposible predecir hasta qué punto los animales serán capaces de adaptarse eficazmente a los cambios de las próximas décadas.
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