Chile entra en una nueva era política. El presidente, Gabriel Boric, quiere llevar a cabo importantes reformas con su gobierno de izquierdas. La primera prueba: el referéndum sobre una nueva Constitución el 4 de septiembre - una votación de resultado incierto.
En Chile, aún siguen presentes las consecuencias de la dictadura militar de Pinochet. En 2019, la enorme brecha entre ricos y pobres, el aumento de los precios y los crímenes impunes cometidos durante la dictadura provocaron grandes olas de protesta en todo el país. Desde entonces, muchas personas, a menudo jóvenes, se lanzan con valentía al ruedo político y exigen cambios en casi todos los ámbitos de la sociedad. Y toman las riendas de su propio destino. Como Inés Fuentes que, durante la pandemia, y junto con otras trabajadoras, construyó un barrio entero sobre un vertedero, para tener por fin su propio espacio vital. O jóvenes alumnos, que han ocupado su escuela para llamar la atención sobre el equipamiento pésimo.
Ante este trasfondo, el presidente más joven de la historia de Chile promete justicia social, protección del clima e igualdad. A la población indígena, Boric le asegura un diálogo justo para resolver conflictos territoriales centenarios. Y la comunidad LGBTIQ espera de él que acabe con la discriminación.
Tan solo unos meses después de su juramento, el Gobierno se enfrenta a críticas desde muchos frentes. Para algunos, está yendo demasiado lejos con sus exigencias, para otros su actuación es demasiado titubeante. Así las cosas, todos esperan con impaciencia el referéndum del 4 de septiembre de 2022. Porque en este plebiscito no solo se votará si se cambia la actual constitución; también están en juego los procesos de reforma anunciados por Boric.
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