El paisajista y docente J. Ramón Gómez Fernández propone un nuevo modelo de parques y jardines que devuelvan el protagonismo a la flora espontánea, donde se creen hermosas e inesperadas combinaciones temporales que contrasten con la estructura vegetal ya establecida. Un modelo de mantenimiento sostenible, opuesto a las plantaciones rígidas, carentes de estacionalidad, previsibles y estáticas de las ciudades.
Las hierbas espontáneas han pasado muchas veces inadvertidas. Y ello a pesar de su cercanía. Alcorques, fisuras del pavimento, medianas y hasta fachadas de edificios son sus lugares de insistente reconquista. Una y otra vez son desterradas de los entornos más cercanos; y una y otra vez surgen al mínimo descuido.
De ellas ni tan siquiera conocemos sus nombres, sus historias o sus secretos. Y, sin embargo, en su mayor parte son hermosas, portan valiosas cualidades o poseen sorprendentes adaptaciones. No existe una de estas humildes hierbas que no tengan alguna apasionante anécdota. Simplemente son perseguidas como proscritas por su rebeldía. Tal vez, por no ajustarse a los cánones de pulcritud impuestos en las metrópolis actuales. Las ciudades, ajenas a lo que no es hormigón, llevan demasiado tiempo aisladas de la naturaleza y son incapaces de respetar hasta los más pequeños retales de espontaneidad, auténticos núcleos de biodiversidad.
No hay que olvidar que estas hierbas son también especies valiosas por su fomento de la biodiversidad urbana y por su capacidad de recuperación de las áreas altamente perturbadas. Se trata de especies pioneras, aquellas que comienzan a reparar lo que nosotros hemos alterado. En definitiva, las encargadas de despertar al bosque dormido que se esconde en la metrópolis.
Por todo ello, este encuentro online propone devolverles el protagonismo que antaño tuvieron. Aprovechando todo su potencial, su capacidad de reconquista, de resistencia, de recuperación y de belleza en las zonas verdes. El paisajista y docente José Ramón Gómez Fernández invita a los asistentes a mantener cierto grado de rebeldía facilitando, en diferentes medidas, la convivencia con las especies ya establecidas. Otorgando a los parques y jardines otro carácter menos reprimido, más natural e inesperado. Y, sobre todo, más respetuoso con la naturaleza, pero igualmente bello o, incluso, más.
Propone un nuevo modelo de jardín donde permitamos que las especies adventicias surjan de forma más o menos aleatoria con ciertas pautas y normas estéticas. Un jardín más natural con un mínimo grado de represión.
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