Pablo Castro y Nantu Arroyo, Filosofía de la UAM, compartieron mesa en el Congreso #FigurasDelFracaso para analizar respectivamente los conceptos del DESASTRE y DECLIVE.
DESASTRE (extracto inicial)
Encontramos fácilmente en las lenguas modernas términos compuestos que articulan el prefijo latino de negación, oposición o privación (dis-) y la raíz grecolatina referente a los astros (astér/ástron en griego, astrum en latín). A pesar de la facilidad con que las lenguas modernas articulan estas formas compuestas a partir del griego y el latín, no encontramos en estas últimas lenguas términos similares en cuanto a su formación. No encontramos algo similar a désastre, disastro, desastre, disaster o unstern, términos modernos que comparten su forma y su significado: infortunio, desgracia, desdicha, revés, calamidad (y los daños que resultan de dichos acontecimientos).
DECLIVE (extracto inicial)
La palabra declive proviene del latín, en concreto, de la sustantivación del adjetivo declivis, que significa, literalmente, «que está en pendiente» aplicado a un terreno físico que está inclinado de arriba hacia abajo, o «que está en decadencia» (ver decadencia). Igualmente, se dice, en sentido figurado, de cualquier cosa o persona que pierde, progresivamente, fuerza, intensidad, importancia o perfección. Aún con todo, «estar en declive» no suele decirse de individuos, sino de grupos, estados o sociedades, que van perdiendo la fuerza o los valores que los constituyen y se debilitan hasta desintegrarse.
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