El 26 de abril de 1986 el núcleo del grupo número 4 de la central nuclear Vladimir Ilich Lenin de Chernóbil, una pequeña localidad ucraniana a sólo 15 kilómetros de la frontera bielorrusa, se fundió provocando dos explosiones seguidas. Fueron de tal magnitud que volaron la tapa del reactor liberando de este modo una gran cantidad de material radioactivo a la atmósfera. Fue el accidente nuclear más grave de la historia aunque, en rigor, deberíamos decir que se trató de una catástrofe provocada por el hombre. Las autoridades de la ya extinta Unión Soviética estaban experimentando en aquellos momentos con la central y, cuando se produjo el accidente, empeoraron el desastre mediante decisiones arbitrarias cuando no contradictorias.