Natalia y Mikhail Maksimov recuerdan bien el día que cambió sus vidas. "Nadie esperaba que hubiera tanta violencia el 9 de agosto. Que sucediera una masacre tan gigantesca”, dijeron los periodistas.
Ambos trabajaban para la televisión estatal bielorrusa, también el día de las elecciones presidenciales en el verano de 2020. El reportaje narra cómo el régimen de Lukashenko reprimió las protestas populares generalizadas y silenció a la población. Esta vez, los bielorrusos no querían ver de nuevo al "último dictador en Europa”, Alexander Lukashenko, dirigiendo su país. Muchos apoyaron al equipo femenino en torno a Svetlana Tichanovskaya. Pero Lukashenko hizo falsificar los resultados y se declaró ganador. Cientos de miles de personas de todos los sectores de la población protestaron contra este fraude y la arbitrariedad del aparato estatal, algo que nunca había ocurrido a tal escala en las décadas de gobierno de Lukashenko.
El régimen reprimió las protestas pacíficas con una violencia brutal, encarceló a los manifestantes e hizo que muchos de ellos fueran maltratados y torturados. Svetlana Tikhanovskaya y otras destacadas figuras de la oposición tuvieron que huir al extranjero. Pero también los ciudadanos de a pie que habían participado en protestas o huelgas contra el régimen fueron obligados a abandonar Bielorrusia.
La autora Irene Langemann se reunió con bielorrusos exiliados en Polonia y Alemania que cuentan sus experiencias tras las elecciones manipuladas y dan una visión exclusiva de las acciones del aparato de poder. Uno de ellos es Alexander Azarov, antiguo teniente coronel de la policía bielorrusa, que cambió de bando tras las elecciones y se unió a la organización BYPOL en Polonia. Esta había sido fundada por antiguos miembros de las fuerzas de seguridad bielorrusas con el fin de recopilar declaraciones de testigos y datos sobre torturas, grabaciones de conversaciones telefónicas y vídeos con grabaciones incriminatorias y conservarlos para futuros juicios. El exministro de Cultura de Bielorrusia, Pawel Latuschko, también huyó a Varsovia y ahora es una de las principales figuras de la oposición en el exilio. Con sus conocimientos actuales, dice, debería haber estado al frente de las protestas y garantizar la libertad de información. En ese momento, Maria Kolesnikova también se opuso al régimen. Fue detenida y condenada a once años de prisión. Su hermana, Tatiana Khomich, recuerda regularmente a la opinión pública el destino de los numerosos presos políticos en Bielorrusia.
Muchos de los bielorrusos en el exilio creen que la revolución pacífica unió al pueblo como nación por primera vez, hasta que Lukashenko utilizó la violencia para silenciar todas las críticas. Imágenes de archivo poco conocidas, procedentes de fuentes privadas, muestran lo que ha sucedido en Bielorrusia desde las elecciones de 2020.
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