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Discriminación de los sinti y los romaníes en Alemania

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Hasta 1982 no se reconoció como genocidio el asesinato masivo de los sinti y los romaníes por parte de los nazis. Basado en experiencias personales, el reportaje narra la historia de la mayor minoría nacional en Alemania.

Jùlie Halilic piensa en su abuelo con orgullo. Wallani Georg, junto con otros activistas de los derechos civiles, luchó para que el asesinato masivo de los gitanos sinti y romaníes fuera reconocido como genocidio en 1982. La lucha comenzó con la ocupación del Monumento Conmemorativo del Campo de Concentración de Dachau. En 1980, once gitanos sinti se declararon en huelga de hambre porque la persecución de los miembros de su minoría no había terminado con la liberación del campo, sino que el racismo contra los sinti y los romaníes continuaba. Para llamar la atención sobre esta realidad, cambiaron la letra de una canción popular: "Qué divertida es la vida gitana, faria, fariaho... El Estado no nos da ningún derecho, faria, fariaho".
Esta acción en Dachau marcó el inicio del movimiento por los derechos civiles, un largo camino hacia la emancipación.

La sobreviviente de Auschwitz, Zilli Schmidt, luchó durante muchos años para que se reconociera que había sido perseguida por motivos raciales. Los músicos Manolito Steinbach y Romani Weiß crecieron en el Berlín occidental de los años setenta. Cuentan que durante mucho tiempo prefirieron permanecer invisibles y cómo esa cautela fue dando paso a una nueva conciencia de sí mismos. Gianni Jovanovic vivió en carne propia que la persecución no se había terminado con el reconocimiento del genocidio. Tras sobrevivir a un atentado en Darmstadt en 1982, el ayuntamiento derribó la casa de sus familiares en una operación sorpresa.

A través de estas experiencias personales, el reportaje narra de forma emotiva e impresionante la historia de la mayor minoría nacional en Alemania desde una perspectiva diferente. Las experiencias individuales junto con el material de archivo apenas conocido nos llevan a una época en la que los sinti y los romaníes seguían siendo discriminados hasta que empezaron a luchar por sus derechos. El material de archivo demuestra como el racismo contra los gitanos no disminuyó después de 1945, e incluso fue alimentado por los servicios públicos de radiodifusión. El reportaje muestra además que incluso hoy en día sigue siendo necesario un replanteamiento en muchos ámbitos de la sociedad. Hasta la década de 1980, las oficinas estatales de investigación criminal y los investigadores de toda Alemania siguieron trabajando con los archivos nazis de "higiene racial” en los que se registraba sistemáticamente a los sinti y los romaníes. Fueron los activistas de los derechos civiles quienes consiguieron hacer públicos estos expedientes en los años 1980.

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