En el periodo entre 1870 y el final de la Segunda Guerra Mundial, varios judíos franceses prominentes, pilares de una comunidad en conflicto, invirtieron sus fortunas en las iniciativas culturales de Francia, sacrificaron a sus hijos en el ejército del país y, en última instancia, fueron recompensados al ver sus colecciones saqueadas y sus familias deportadas a campos de concentración nazis.
En su último libro, el periodista James McAuley, corresponsal en París del diario The Washington Post y colaborador de New York Review of Books, explora el papel central que jugaron el arte y la cultura en la asimilación e identidad de los judíos franceses en el fin de siglo. “The house of fragile things. Jewish art collectors and the fall of France” teje las narraciones de varias figuras, algunas ya presentes en obras de Marcel Proust y en los diarios de Jules y Edmond Goncourt, como los Camondo, los Rothschild, los Ephrussis o los Cahens d'Anvers.
McAuley muestra cómo los coleccionistas de arte judíos se enfrentaron a un fuerte antisemitismo, a menudo se les acusaba de “invadir” el patrimonio cultural de Francia. Las colecciones que dejaron estas familias —muchas finalmente las donaron al estado francés— fueron trágicos intentos de celebrar una nación que luego los traicionó.
McAuley, quien además es doctor en Historia de Francia por la Universidad de Oxford, nos hablará en esta conversación sobre las principales colecciones que las familias judías más prominentes de Francia lograron reunir en durante los años del cambio de Francia, y cuáles fueron sus esfuerzos por mantenerlas
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