Al hablar de 'explotación sexual' uno suele pensar en mujeres víctimas de trata. Kenia rompe este paradigma: no solo se prostituyen mujeres, sino también hombres jóvenes, incluso niños, y con frecuencia sus únicos proxenetas son el hambre y el desempleo. Suele vérseles en la playa, acompañando a damas europeas de avanzada edad deseosas de 'echar una cana al aire' y decididas a permitirse en África un capricho por el que en sus propios países serían severamente castigadas.