La brujería parece una práctica propia de un remoto pasado. Nada más lejos de la realidad, al menos en México, donde los practicantes de todo género de magia sintetizan la fe religiosa y las tradiciones ancestrales para brindar sus servicios. Desde sencillas prácticas cotidianas a la participación en sangrientas ceremonias sacrificiales, la brujería ocupa un lugar en la vida de mucha gente que busca en ella auxilio y consuelo, allí donde otras instancias más terrenales se revelan impotentes.